martes, 23 de diciembre de 2014

NO TODO ES VÁLIDO POR EL DINERO, FLORENTINO PÉREZ

Ha pasado casi desapercibida la siguiente noticia: “El Real Madrid elimina la cruz que preside el escudo del equipo en el mercado musulmán. La modificación del emblema sólo será efectiva en establecimientos, instalaciones o actividades en las que participe el Real Madrid en países de mayoría musulmana”. Como todo mal se banaliza a favor de esa gangrena del siglo XXI llamada relativismo, pocos han alzado la voz contra tamaña afrenta y ultraje a la institución blanca, llevada a cabo por su propio presidente Florentino Pérez, a excepción de alguna agrupación católica como la “Asociación Enraizados”  y algún debate en las redes sociales. El dislate es tal que, siguiendo las mismas premisas absurdas en las que se fundamenta, cuando se firme un contrato o se vaya a realizar algún partido o acto en un país republicano, se debería quitar la corona del escudo por respeto a la República de ese lugar; o, cuando se vaya a Cataluña, quitar la eme del escudo para no herir a los catalanes que dicen “Madrid nos roba”; o, puesto que la cruz se quita en países de mayoría musulmana, que éstos eliminen la media luna de sus escudos cuando visiten naciones con mayoría cristiana, para no sentirnos ofendidos. Claro está que esto último nunca se atreverán ni siquiera a pensarlo, no sea que los pacíficos musulmanes se enfaden y empiecen una de sus muchas yihad y acaben decretándonos la guerra santa.

No es discutible que Florentino Pérez ha logrado que el Real Madrid regrese a lo más alto del escalafón mundial, no sólo en cuanto a fútbol, sino a clubes deportivos en general, pero tampoco es cuestionable que hay asuntos sagrados sobre los que no se puede renunciar jamás, como la corona con la cruz que el Rey Alfonso XIII, el 29 de junio de 1920, concediese el título de Real, mediante documento público. A partir de entonces, salvo el periodo de la II República que obligó a su desaparición al prohibir todos los símbolos monárquicos, el Real Madrid adoptó y exhibió la corona con la cruz en el escudo.

Y es que con Florentino Pérez, cuando honra y provecho entran en conflicto, vale el consejo malvado de Celestina a Areúsa: “Honra sin provecho no es sino como anillo en el dedo; e pues entrambos no caben en un saco, acoge las ganancias”. Creo sinceramente que a Don Santiago Bernabéu le avergonzaría como se ha cambiado un trozo del escudo por un plato de lentejas; le alarmaría la ligereza de una decisión que no debe tomar una sola persona o directiva porque traspasa sus funciones y poderes; le entristecería ver cómo hemos llegado a esta postración, incomprensible sin lo odiosa indolencia de quienes se someten a los dictados de una negociación. Bernabéu dijo que “…personalmente, no hice jamás la menor de las concesiones”. Aprende un poco, Florentino Pérez, del gran prohombre que hizo posible el club más grande de todos los tiempos.



José Quijada Rubira.

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