Completando el análisis de mi anterior
colaboración, en el que desmontaba el inmenso decorado de cartón piedra en el
que se sustenta la falsa superioridad moral de la izquierda en España, con
múltiples ejemplos y datos de su aterrador pasado, nos centraremos en el
presente más rabioso –con algunas menciones imprescindibles del reciente
pasado- para constatar que, desgraciadamente, nada ha cambiado en la manera de
actuar y proceder de esta izquierda sectaria, golpista y dictatorial, que trata
de sustituir la democracia por el populismo más radical de ideologías
criminales anacrónicas. Tratan de imponer sus intoxicados lemas de odio por la
fuerza, cercenando la libertad y subvirtiendo la razón por el fanatismo más extremo,
desplazando la serena reflexión y la convivencia pacífica en un Estado de
Derecho en pleno funcionamiento por la tiranía más sanguinaria y brutal, buscando
la confrontación y la aversión más visceral en lugar de la colaboración para
construir, unidos, un futuro mejor.
Aunque
ya dejaron claro su forma de ver la democracia en las jornadas previas a las
elecciones del 13 de marzo de 2004 (tras la masacre del 11M), con el caso
Prestige o la guerra de Irak, asediando y asaltando más de cien sedes del Partido
Popular, donde se pudo comprobar que su paradigma es la actuación de sus
antepasados en la 2ª República –no lo pueden remediar pues la cabra tira al
monte-, comenzaremos por la mal llamada Ley de Memoria Histórica, un invento
del inefable Zapatero en virtud de la cual por el mar corren las liebres y por
el campo las sardinas. Un engaño mastodóntico, un fraude ciclópeo sustentado en
la mentira y la tergiversación histórica, por la cual los españoles maman el
odio y espíritu de confrontación, con un discurso y una estética propio de los
regímenes más totalitarios y las orgías identitarias. Esta ley es la
mistificación de los demagogos, que agitan en su provecho el resentimiento y la
división. Una enorme mentira disfrazada de leyenda, que se transforma en historia
por arte de birlibirloque, enfrentando a las dos Españas, favoreciendo a una
parte y machacando a la otra.
Qué
decir de ese personaje decimonónico llamado Gordillo y su SAT que, al modo de
las hordas marxistas y arrogándose la representación del pueblo porque sí, asaltan un Mercadona en Écija,
robando 10 carros de comida y agrediendo a una cajera. O la ocupación por la
fuerza del Palacio de Moratalla de Hornachuelos, en Córdoba, donde más de 400
asaltadores de la propiedad privada se bañaron en la piscina del hotel y
prepararon una paella. Desde los 23 años alcalde de Marinaleda , un oasis
improductivo y sectario en el que vivir del dinero de los demás, su modelo es
el régimen bolivariano del fallecido Chávez, como así ha manifestado el
portavoz de IU en el Parlamento andaluz, José Antonio Castro. Un ejemplo de lo
que son ellos, sin duda, con el “¡Exprópiese!” como palabra mágica para sus
intereses abyectos.
¿Y
Ada Colau y su PAH?, con sus sicarios y su escrache presionando, acosando y
agrediendo a los del PP, con el único fin de amedrentarles y presionarles para
que cambien su línea de actuación, porque Colau y sus comandos están en
posesión de la Verdad, como lo estaban los Camisas Pardas. Es una activista
política radical que no busca justicia, sino venganza; que pretende convertir
las penalidades de la gente en el germen de un estallido social que derribe los
muros del sistema, instalando ellos su “democracia real”, que todos sabemos de
sus “bondades”. Y uno se pregunta: ¿dónde estaba Colau cuando el gobierno de
Zapatero, a través de Chacón, aprobó el desahucio exprés? Pues cobrando casi 4
millones de euros para su ONG. No es tonta, no.
O
la cruel, repugnante e infame campaña de acoso y derribo a la juez Alaya, que
trata de destapar el caso de corrupción más gigantesco hasta ahora conocido: el
de los ERE falsos de Andalucía. Todo un régimen socialista y comunista, con sus
sindicatos CCOO y UGT a la cabeza, ha sacado y cargado su enorme maquinaria
propagandística para desprestigiar a esta nueva heroína y, al mismo tiempo,
ocultar y silenciar toda mención al caso de los ERE en sus medios afines, con Canal
Sur y “El País” en primera línea. “Pravda” y “Granma” no lo hubieran mejorado.
La garantía de los votos electorales a través de este mangazo descomunal está
propiciado por el mismo sistema, para
perpetuar el régimen totalitario en que se ha convertido Andalucía.
Mencionaremos
de pasada, el “asedio definitivo” al Congreso, el próximo 25 de abril,
convocado por la plataforma 25-S. Las palabras de Elena Valenciano de que “la
derecha y la iglesia son una losa para la mujer”, cuando los socialistas se
opusieron al voto femenino en 1931. La ausencia de banderas españolas en los
actos de la izquierda. La exposición de una foto del ministro Wert, con tiros
en la cabeza, en un Centro de Educación de Sevilla. La quema de la casa de un
alcalde del PP de Extremadura, con su familia dentro. La bendición de regímenes
comunistas como Cuba y Corea del Norte o sucedáneos como Venezuela y Bolivia.
La laxitud y el ponerse de perfil con el islamismo, a pesar de sus horribles
crímenes, de la persecución de cristianos y de considerar a la mujer como un
ser inferior. La misma Valenciano, que escribió en Facebook: “Si esto no se
arregla: guerra, guerra, guerra; si esto no se apaña: caña, caña”, sintomática
manera de interpretar la democracia y el Estado de Derecho…
Toda
esta repulsiva y disimulada estrategia ¿a quién beneficia? ¿Quién recoge esos
frutos? Pues ese arcaísmo disfrazado de modernidad, de demagogos incendiarios
que es la izquierda española, que atiza y alienta el partidismo sectario de
unos cuantos manipuladores con la malsana intención de crear un nuevo Frente
Popular, para resucitar el famoso cordón sanitario contra el PP que se ideó en
el pacto del Tinell. Se trata de ganar con la intimidación y la violencia lo
que se perdió en las urnas. Esta paleoizquierda que padecemos jamás reconocerá
sus errores y crímenes ni aprenderá de ninguno de sus fracasos, pues las mentes
fosilizadas de esta antigualla envilecida sólo buscan alcanzar el poder a
cualquier precio, no importa el medio empleado. Conviene estar alerta y, sin
embargo, esta sociedad muestra paciencia infinita, sumisión aletargada e
indolente, presa de un pasotismo o resignación que puede llevarnos a tiempos
pasados terribles. El escritor Albert Camus dijo: “La tiranía totalitaria no se
edifica sobre las virtudes de los totalitarios sino sobre las faltas de los
demócratas”. Estamos avisados.
José Quijada Rubira.
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