viernes, 30 de mayo de 2014

LA SEGUNDA EDAD DE ORO DEL REAL MADRID DE BASKET

Tras perder el Real Madrid de manera agónica e injusta la final de la Copa de Europa de 1969, se abrió un periodo de oscuridad de cuatro años en la competición continental, con resultados mediocres para las expectativas e historial del equipo. Es cierto que en España se seguía dominando con claridad pero el cierre de las competiciones nacionales a los jugadores extranjeros, dificultó la integración de los fichajes foráneos, que pasaron sin pena ni gloria durante estos años. Todo iba a cambiar de manera radical en la temporada 1973-74, pues se permitió la participación en la Liga de un extranjero por plantilla. El gran Emiliano se acababa de retirar en 1973 y Ferrándiz fue en busca de un sustituto fiable. Se trajo a un tal Walter Szczerbiak, alero blanco americano de 1,98 metros, de gran calidad y un tiro letal. Con su incorporación y los Luyk, Brabender, Rullán, Cabrera, Corbalán… el equipo merengue regresó a la élite de nuevo, iniciándose la segunda edad de oro de la sección de baloncesto. En los siete años que van de la temporada 1973-74 a la 79-80, se consiguió llegar a cinco finales de Copa de Europa y lograr ser campeón tres veces, además de innumerables títulos y trofeos.

La temporada 1973-74 fue arrolladora por parte del conjunto blanco, deshaciéndose con suma facilidad de todos sus rivales y llegando a la final de la Copa de Europa frente al entonces dominador de la competición: el todopoderoso Ignis de Varese, campeón en 1969-70, 71-72 y 72-73. Se jugó el 3 de abril de 1974 en Nantes, con los italianos como claros favoritos. En sus filas nada menos que Meneghin, Morse, Raga, Bisson, Ossola y Zanatta. Aunque el Ignis se fue de hasta 11 puntos, la entrada del genial Cabrera equilibró el marcador. A falta de dos minutos y medio, con 78-74 para el Madrid, Cabrera cometió su quinta falta personal. Todo el mundo creía que sería Vicente Ramos, despojándose del chándal en esos momentos, el sustituto del base canario. Sin embargo, Ferrándiz, en otra de sus geniales intuiciones, sacó a un joven de apenas 18 años llamado Corbalán, que desbarató la presión italiana y, además, anotó los cuatro tiros libres que lanzó, llevando al Real Madrid al triunfo por 84-82, y a su quinta Copa de Europa. Brabender (22), Cabrera (16), Luyk (14), Walter (14), Rullán (14), Corbalán (4) y V. Ramos, fueron los artífices de la gesta. Además, se ganó la Liga invicto, con una paliza histórica al Barcelona por 125-65, y la Copa del Generalísimo. El gran Real Madrid había vuelto para permanecer en la élite.

Pedro Ferrándiz anunció a principios de la temporada 1974-75 que sería su último año al frente del Real Madrid, dejando como sucesor a Lolo Sáinz, su asistente desde hacía varios años. El equipo siguió en la misma gran línea, derrotando en las semifinales al Zadar yugoslavo del gran Cosic, con dos grandes exhibiciones. La final europea tuvo lugar el 17 de abril de 1975 en Amberes, y otra vez frente al eterno rival del Ignis de Varese. Días antes, Ferrándiz dijo en una entrevista que si pudiera elegir un jugador italiano para que no jugara contra el Real Madrid, sería Meneghin el elegido. Dicho y hecho: una fractura en la mano impedía el concurso del colosal Dino Meneghin. Sin embargo, a pesar del 38-35 para el Madrid al descanso, la presión defensiva del Ignis en el segundo tiempo y la actuación del desconocido Rizzi, con 13 puntos, llevó a los de Varese al triunfo por 79-66. Brabender (21), Walter (16), Corbalán (11), Rullán (10), Luyk (6) y Cabrera (2), fueron los anotadores del conjunto blanco. El mal sabor de boca se palió en parte con la consecución de la Liga, aunque se perdió la imbatibilidad tras tres años, dos meses y 26 días (31-10-71 al 2-02-75), y la Copa del Generalísimo. El mago e inigualable Pedro Ferrándiz se retiraba, dejando al Real Madrid en la cúspide.

En la temporada 1975-76 debutaba en el banquillo madridista Lolo Sáinz, que permaneció hasta 1988-89, consiguiendo cuantiosos títulos. Se incorporó sólo para competición europea a John Coughran, alero fuerte de 2,01 metros, que daría relevos a un ya veterano Luyk (35 años). En Copa de Europa fue superando rivales y, tras deshacerse fácilmente del Villeurbanne francés en las semifinales, accede a la final disputada en Ginebra, el 1 de abril de 1976, y contra el mismo oponente por tercera vez consecutiva: el Mobilgirgi de Varese (antes Ignis). El Real Madrid dominaba al descanso por la mínima (43-42). La incertidumbre se mantuvo hasta los últimos ocho minutos donde la mayor fortaleza bajo los tableros de los italianos y el permisivo arbitraje, dieron el triunfo a los de Varese por 81-74. Walter (24), Brabender (22), Coughran (16), Cabrera (6), Luyk (2), Rullán (2), Cristóbal (2), Corbalán y Vicente Ramos fueron los jugadores utilizados en el encuentro. La Liga se volvió a conquistar, con otra paliza memorable al Barcelona (114-76) y dos récords, en un mismo partido, que aún permanecen: mayor diferencia de puntos (92, en el 140-48 al Breogán) y mayor anotación individual (Walter, 65 puntos).

La temporada 1976-77 comenzó con la Copa Intercontinental celebrada en Buenos Aires, del 1 al 5 de octubre de 1976, llegando a la final contra el inevitable rival del Mobilgirgi de Varese. En esta ocasión, el Real Madrid se tomó cumplida revancha y consiguió su primer trofeo Intercontinental al vencer por 79-74 a los italianos, con una portentosa actuación de Rullán. En la Copa de Europa, las lesiones de Rullán, Luyk y Cristóbal debilitaron al conjunto blanco que no pudo acceder a la final. Fue el único lunar de la temporada porque la Liga se ganó de nuevo, con otro histórico aplastamiento al Barcelona por 138-78; y la Copa de España regresó al equipo merengue, dando otro soberano correctivo al Barcelona en la final: 97-71, con Brabender (33) y Walter (18) dinamitando a los azulgranas. Fue el último partido de Vicente Paniagua.

La mayor novedad para la temporada 1977-78, fue que Coughran y Walter intercambiarían los roles, jugando éste sólo la Copa de Europa; una decisión equivocada como se demostraría más tarde al perder la Liga. Del 4 al 8 de octubre se disputa en Madrid la Copa Intercontinental, que el Real Madrid vuelve a ganar tras derrotar al Mobilgirgi de Varese por 115-94, en un partido memorable. En la Copa de Europa se pasó a la final sin problemas, con dos jornadas de antelación a la finalización de la liguilla entre los seis equipos clasificados. En la Sala Olímpica Carl Diem de Munich, donde la URSS había derrotado a USA en los Juegos Olímpicos de 1972, se disputó la final el 6 de abril de 1978, y una vez más frente al Mobilgirgi de Varese. Estaba en juego el récord de títulos continentales (cinco cada equipo) y el honor del Real Madrid tras las dos derrotas seguidas. Tras un comienzo arrollador del Madrid (20-10), los italianos consiguieron nivelar el marcador al descanso (41-40). En el segundo tiempo, la lesión de Coughran dio lugar a la entrada de Prada, que dejó en cero puntos a Morse con un marcaje perfecto. Pero el gran protagonista fue un excelso y maravilloso Carmelo Cabrera que desarboló la presión de los de Varese, contagiando a sus compañeros. Un claro 75-67 devolvía al Real Madrid la Copa de Europa, su sexto título, quedándose solo en lo más alto. En el diario “AS”, Carlos Jiménez escribía: “…Se fraguaba ese 75-67 que retornaba la Copa de Europa a Madrid, con todos los pronunciamientos favorables tras un encuentro en el que los blancos habían salido con el pronóstico en contra, pero lograron echar por tierra todos los vaticinios, mientras los italianos caían abatidos por el huracán que eran Cabrera y sus compañeros bajo la batuta magistral de Lolo Sáinz”. Walter (26), Rullán (19), Brabender (16), Coughran (10), Cabrera (9), Corbalán (2), Prada (2) e Iturriaga fueron los artífices del triunfo. Fue la despedida del grandioso Clifford Luyk y de Vicente Ramos; también, la última Copa de Europa de Don Santiago Bernabéu, el mejor presidente deportivo de todos los tiempos, que fallecía el 2 de junio de 1978, y que a pesar de lo avanzado de su enfermedad, asistió a la audiencia concedida por el rey Juan Carlos con motivo de la victoria de su Real Madrid.

En la temporada 1978-79, el Real Madrid incorporó a Randy Meister, pívot de 2,05 de estatura, que sustituyó a Coughran, mientras Walter seguía sólo en competición europea. Se conquistó por tercera vez consecutiva la Copa Intercontinental, jugada en Buenos Aires en el mes de julio, dejando en la cuneta al inevitable Mobilgirgi de Varese y ganando la final al equipo anfitrión, el Obras Sanitarias, por 104-103, tras una canasta de Prada a falta de 2 segundos para el final. La Liga volvió de nuevo a las vitrinas blancas, demostrando una gran superioridad. En la Copa de Europa nos quedamos a las puertas de la final por un partido que ha quedado grabado en la memoria por su dramático desenlace. Se jugaba en el Pabellón de la Ciudad Deportiva y era el último partido de la liguilla que daba acceso a la final; el que ganase jugaría contra el Bosna de Sarajevo, ya clasificado. El rival era el enemigo de siempre: el equipo de Varese ahora llamado Emerson. El partido finalizó con empate a 75 y, tras cinco minutos de prórroga, se llegó al final con 82-83 para los italianos, pero tiros libres para Prada por la falta recibida en el último segundo. Disponía de tres tiros libres para nivelar la balanza, ya que estaba en vigor la norma del 3x2. Un enceste significaba otra prórroga y dos, el billete a la final. Con un silencio sepulcral, el público al borde del infarto y los varesinos sin querer mirar el aro, Prada, lamentablemente, erró los tres lanzamientos (los tres lanzados al lado derecho del aro), ante el desconsuelo generalizado de los aficionados que abarrotaban el Pabellón. Era el único jugador de esa plantilla capaz de fallar los tres lanzamientos. Fue una enorme decepción que quedaría superada al año siguiente.

Las bajas de Cristóbal Rodríguez y Carmelo Cabrera -ésta muy sorprendente-, sustituidos por el pívot Romay y el base José Luis Llorente, serían las novedades de la temporada 1979-80. La Liga se ganó de nuevo, a pesar de perder en casa por un punto frente al Barcelona y romper una racha de imbatibilidad desde la temporada 1968-69, cuando cayó ante el KAS (el Madrid era ya campeón de Liga) porque Ferrándiz reservó a los titulares para la final de Copa de Europa. Precisamente, se llegó a la final de ésta competición tras una liguilla muy igualada, con victorias angustiosas ante el Bosna Sarajevo (vigente campeón) del gran Delibasic y el Maccabi. La final se disputó en Berlín, el 23 de marzo de 1980, ante el equipo del Maccabi de Tel Aviv, con mayoría en las gradas de aficionados israelíes. Aunque no era favorito, el Madrid marchó al descanso con ventaja: 48-40. Las defensas alternativas de Sáinz sorprendieron al Maccabi y permitieron tomar una ventaja de 13 puntos (55-42). Pero las eliminaciones de Corbalán y Meister, y el agotamiento de los otros titulares hizo peligrar la victoria. Al final, 89-85 para los blancos y séptima Copa de Europa. A destacar, la majestuosa actuación de Rullán que, con 27 puntos, destrozó al equipo israelí. Meister (21), Walter (16), Brabender (12), Corbalán (9), Llorente (2), Querejeta (2) y Prada, fueron los participantes del triunfo. El diario “AS”, con la firma de Carlos Jiménez, escribía: “Siete títulos, siete. Un nuevo récord para este gran Real Madrid, que saca fuerzas Dios sabe de dónde para proclamarse campeón de Europa, con todos los pronunciamientos favorables, justo en el momento que parecía más bajo. Luchando contra pronóstico, contra un ambiente mayoritariamente israelita, contra un Maccabi que es un formidable equipo…”. Sería el último partido del fabuloso Walter, tras siete años, y el final de la segunda edad de oro del Real Madrid de baloncesto.. Ya nada sería igual a las dos décadas de los sesenta y setenta, grandiosas e irrepetibles, donde se forjó la leyenda y el mito, la gloria y la épica de un equipo que maravilló y encandiló al mundo.


José Quijada Rubira.


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