Sé que este artículo es a contracorriente de
la mayor parte de la opinión existente en estos momentos, y más cuando el Real
Madrid de baloncesto acaba de proclamarse brillantemente campeón de la
Supercopa de España, derrotando de manera clara a un Barcelona muy reforzado
con cuatro jugadores de renombre, siendo favorito para el título. También el
Madrid ha incorporado cinco jugadores, uno por puesto, aunque algunos de ellos
pueden jugar en dos posiciones. El fichaje de Ayón me parece acertado y la clave
para equilibrar el juego del equipo, aportando dureza, fuerza, rebote y defensa
en la pintura, pudiendo jugar de 4 o 5. Nocioni, aunque esté a punto de cumplir
los 35 años, dará experiencia, clase y sabiduría en los momentos importantes, y
puede hacerlo de 3 o 4. Maciulis, un 3 puro, es muy completo y debe ayudar en
todas las facetas aunque se le ve más perdido que a los otros nuevos. Rivers es
un escolta-alero, gran tirador y defensor, capaz de ganar partidos y al que no
le tiembla el pulso en situaciones comprometidas. El más flojo e innecesario me
parece Campazzo, al que veo como un calco de Sergio Rodríguez, pero en pequeño.
Pienso que le hubiese venido mejor un base de corte defensivo, más sobrio y
sacrificado, como Draper anteriormente. En resumen, el Real Madrid ha mejorado
la plantilla, más consistente y fiable que la del año pasado.
Se preguntarán entonces a qué viene el
pesimismo si los refuerzos son muy válidos y han engrandecido la calidad del
conjunto merengue. Pues el problema es Laso que, en contra de lo que muchos
graznan, es un perdedor de los grandes títulos, aquellos para los que un gran club
se prepara y tiene en su punto de mira como objetivo principal, casi único; los
que separan el triunfo del fracaso, la gloria de la debacle; los que hacen que
un equipo pase a la posteridad como un gran campeón, recordándose sus títulos
eternamente. Porque Laso, en sus tres temporadas en el Madrid, ha ganado muchos
títulos menores pero solo uno grande, y no el más ansiado y codiciado, el que
da el prestigio de verdad y marca la diferencia entre un buen equipo y un
equipo para la historia. Analicemos las tres temporadas de Laso:
1ª. En la temporada 2011-12 se alcanzó un
único título: la Copa del Rey. La Liga se tuvo al alcance de la mano pero se
dejó escapar de manera incomprensible. Todavía recuerdo el triple innecesario
de Llull y la posterior canasta de Huertas, sobre la bocina y desde medio
campo.
2ª. La temporada 2012-13 dejó dos títulos:
Supercopa de España y Liga, ante un Barcelona mermado por las lesiones y en sus
horas más bajas, por un agónico 3-2 y por el buen hacer de los suplentes
Darden, Draper, Slaughter y Reyes, desaparecidas las “estrellas” prácticamente en
los 5 partidos. Se perdió final de la Euroliga de manera bochornosa, con tres
últimos cuartos de infausto recuerdo. Entonces se dijeron bobadas como que “El
equipo era inexperto” (varios de los jugadores habían disputado finales de
Campeonatos del Mundo, Juegos Olímpicos, Eurobasket y jugado en la NBA), o “La
final ya es un éxito y el próximo año será diferente”, desconociendo la exitosa
historia del Madrid de baloncesto.
3ª. La temporada 2013-14 se prometía muy
feliz, con el Madrid rompiendo récords y jugando un baloncesto espectacular. Se
consiguieron la Supercopa de España y la Copa del Rey, ésta en el último
segundo, con una canasta a la desesperada de Llull. Pero llegaron los grandes
títulos y desapareció el encanto. La Euroliga se perdió ante un equipo muy
inferior, tras apalizar al Barcelona en la semifinal, síntoma de la falta de
consistencia y fiabilidad en los momentos clave; una montaña rusa que tan
pronto está arriba como abajo en un abrir y cerrar de ojos. A la final de la
Liga se llegó bajo mínimos, tras arrasar en la Liga regular y tener ventaja de
campo, cayendo por 1-3 ante un Barcelona que se aprovechó del lamentable estado
físico y mental del Madrid -consecuencia de la horrorosa planificación-, con
Laso borrándose en el cuarto partido, forzando su expulsión. Lo que iba a ser
la culminación de un proyecto, terminó en hecatombe, en una desilusión total,
en un descalabro y fracaso sin paliativos.
En definitiva, tres Supercopas de España de
cuatro jugadas y dos Copas del Rey de tres participaciones; un alto porcentaje
en títulos menores. Por el contrario, una Liga de tres jugadas y cero
Euroligas; un paupérrimo historial para el equipo más laureado de Europa. Todo
ello es consecuencia del sistema empleado por Laso y sus carencias en la
dirección del equipo: anarquía total –disfrazada de libertad- para unos
jugadores talentosos, pero falta de un plan B para cuando los jugadores no
estén acertados y el equipo contrario sepa llevarte a su terreno, maniatando y
anulando el juego vistoso y veloz pero carente de pizarra y estrategia. Solo
hay que ver cómo se perdieron las dos finales de la Euroliga o esta última Liga
para percibir que los rivales, siendo inferiores, le han dado un baño táctico a
Laso, sabiendo castigar sus puntos débiles, una y otra vez, sin respuesta
alguna del entrenador blanco. Otro grave problema es la falta de equilibrio
entre juego exterior e interior, éste inexistente casi, como se pudo comprobar
en esta final de Supercopa, donde los pívots apenas recibieron balones en la pintura,
aunque el acierto exterior y la victoria tapen esa deficiencia. Y no es
problema del jugador interior, no. Es un problema del entrenador, que no
trabaja ni enfatiza ese aspecto, restándole importancia. Hasta el gran Sabonis
fracasaría en este equipo de Laso.
Hay mimbres para hacer un gran cesto, sin
duda alguna, pero el artesano de que disponemos no es bueno en su profesión y
nos dejará el cesto a medio hacer o mal hecho. Mucho me temo que esta temporada
pase otra vez igual, con un entrenador que debería haberse marchado tras la
debacle de final de temporada pasada. Es un cadáver momificado ocupando el
puesto de entrenador, con nada que ofrecer ya al conjunto blanco. Y un dato a
todos los que se conforman con perder finales: el Real Madrid ya ganaba Copas
de Europa en los años 60 y 70, dominando el viejo continente. Lean quién fue
Saporta y Ferrándiz y aprendan un poco la historia del baloncesto madridista.
Tal vez así superen el déficit de conocimiento que padecen y comprendan que es
imposible aceptar el ser segundos como un triunfo. Para el Real Madrid solo
vale ser primero y nada más. Por eso es el club más grande y con más títulos.
José Quijada Rubira.
No hay comentarios:
Publicar un comentario