martes, 21 de octubre de 2014

EL MADRID DE LASO: TÍTULOS MENORES, GRANDES FRACASOS

Sé que este artículo es a contracorriente de la mayor parte de la opinión existente en estos momentos, y más cuando el Real Madrid de baloncesto acaba de proclamarse brillantemente campeón de la Supercopa de España, derrotando de manera clara a un Barcelona muy reforzado con cuatro jugadores de renombre, siendo favorito para el título. También el Madrid ha incorporado cinco jugadores, uno por puesto, aunque algunos de ellos pueden jugar en dos posiciones. El fichaje de Ayón me parece acertado y la clave para equilibrar el juego del equipo, aportando dureza, fuerza, rebote y defensa en la pintura, pudiendo jugar de 4 o 5. Nocioni, aunque esté a punto de cumplir los 35 años, dará experiencia, clase y sabiduría en los momentos importantes, y puede hacerlo de 3 o 4. Maciulis, un 3 puro, es muy completo y debe ayudar en todas las facetas aunque se le ve más perdido que a los otros nuevos. Rivers es un escolta-alero, gran tirador y defensor, capaz de ganar partidos y al que no le tiembla el pulso en situaciones comprometidas. El más flojo e innecesario me parece Campazzo, al que veo como un calco de Sergio Rodríguez, pero en pequeño. Pienso que le hubiese venido mejor un base de corte defensivo, más sobrio y sacrificado, como Draper anteriormente. En resumen, el Real Madrid ha mejorado la plantilla, más consistente y fiable que la del año pasado.

Se preguntarán entonces a qué viene el pesimismo si los refuerzos son muy válidos y han engrandecido la calidad del conjunto merengue. Pues el problema es Laso que, en contra de lo que muchos graznan, es un perdedor de los grandes títulos, aquellos para los que un gran club se prepara y tiene en su punto de mira como objetivo principal, casi único; los que separan el triunfo del fracaso, la gloria de la debacle; los que hacen que un equipo pase a la posteridad como un gran campeón, recordándose sus títulos eternamente. Porque Laso, en sus tres temporadas en el Madrid, ha ganado muchos títulos menores pero solo uno grande, y no el más ansiado y codiciado, el que da el prestigio de verdad y marca la diferencia entre un buen equipo y un equipo para la historia. Analicemos las tres temporadas de Laso:
1ª. En la temporada 2011-12 se alcanzó un único título: la Copa del Rey. La Liga se tuvo al alcance de la mano pero se dejó escapar de manera incomprensible. Todavía recuerdo el triple innecesario de Llull y la posterior canasta de Huertas, sobre la bocina y desde medio campo.

2ª. La temporada 2012-13 dejó dos títulos: Supercopa de España y Liga, ante un Barcelona mermado por las lesiones y en sus horas más bajas, por un agónico 3-2 y por el buen hacer de los suplentes Darden, Draper, Slaughter y Reyes, desaparecidas las “estrellas” prácticamente en los 5 partidos. Se perdió final de la Euroliga de manera bochornosa, con tres últimos cuartos de infausto recuerdo. Entonces se dijeron bobadas como que “El equipo era inexperto” (varios de los jugadores habían disputado finales de Campeonatos del Mundo, Juegos Olímpicos, Eurobasket y jugado en la NBA), o “La final ya es un éxito y el próximo año será diferente”, desconociendo la exitosa historia del Madrid de baloncesto.

3ª. La temporada 2013-14 se prometía muy feliz, con el Madrid rompiendo récords y jugando un baloncesto espectacular. Se consiguieron la Supercopa de España y la Copa del Rey, ésta en el último segundo, con una canasta a la desesperada de Llull. Pero llegaron los grandes títulos y desapareció el encanto. La Euroliga se perdió ante un equipo muy inferior, tras apalizar al Barcelona en la semifinal, síntoma de la falta de consistencia y fiabilidad en los momentos clave; una montaña rusa que tan pronto está arriba como abajo en un abrir y cerrar de ojos. A la final de la Liga se llegó bajo mínimos, tras arrasar en la Liga regular y tener ventaja de campo, cayendo por 1-3 ante un Barcelona que se aprovechó del lamentable estado físico y mental del Madrid -consecuencia de la horrorosa planificación-, con Laso borrándose en el cuarto partido, forzando su expulsión. Lo que iba a ser la culminación de un proyecto, terminó en hecatombe, en una desilusión total, en un descalabro y fracaso sin paliativos.

En definitiva, tres Supercopas de España de cuatro jugadas y dos Copas del Rey de tres participaciones; un alto porcentaje en títulos menores. Por el contrario, una Liga de tres jugadas y cero Euroligas; un paupérrimo historial para el equipo más laureado de Europa. Todo ello es consecuencia del sistema empleado por Laso y sus carencias en la dirección del equipo: anarquía total –disfrazada de libertad- para unos jugadores talentosos, pero falta de un plan B para cuando los jugadores no estén acertados y el equipo contrario sepa llevarte a su terreno, maniatando y anulando el juego vistoso y veloz pero carente de pizarra y estrategia. Solo hay que ver cómo se perdieron las dos finales de la Euroliga o esta última Liga para percibir que los rivales, siendo inferiores, le han dado un baño táctico a Laso, sabiendo castigar sus puntos débiles, una y otra vez, sin respuesta alguna del entrenador blanco. Otro grave problema es la falta de equilibrio entre juego exterior e interior, éste inexistente casi, como se pudo comprobar en esta final de Supercopa, donde los pívots apenas recibieron balones en la pintura, aunque el acierto exterior y la victoria tapen esa deficiencia. Y no es problema del jugador interior, no. Es un problema del entrenador, que no trabaja ni enfatiza ese aspecto, restándole importancia. Hasta el gran Sabonis fracasaría en este equipo de Laso.

Hay mimbres para hacer un gran cesto, sin duda alguna, pero el artesano de que disponemos no es bueno en su profesión y nos dejará el cesto a medio hacer o mal hecho. Mucho me temo que esta temporada pase otra vez igual, con un entrenador que debería haberse marchado tras la debacle de final de temporada pasada. Es un cadáver momificado ocupando el puesto de entrenador, con nada que ofrecer ya al conjunto blanco. Y un dato a todos los que se conforman con perder finales: el Real Madrid ya ganaba Copas de Europa en los años 60 y 70, dominando el viejo continente. Lean quién fue Saporta y Ferrándiz y aprendan un poco la historia del baloncesto madridista. Tal vez así superen el déficit de conocimiento que padecen y comprendan que es imposible aceptar el ser segundos como un triunfo. Para el Real Madrid solo vale ser primero y nada más. Por eso es el club más grande y con más títulos.



José Quijada Rubira.

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