viernes, 29 de agosto de 2014

DEL BOSQUE: LA HUMILDAD SOY YO

Apoyado y sostenido por el mafioso Villar y su corrupta Federación Española de Fútbol, aplaudido y bendecido por periodistas y medios de comunicación prostituidos y lacayos, ensoberbecido y endiosado por los triunfos pasados, las últimas declaraciones de Del Bosque supuran perversión, desvergüenza, cinismo e hipocresía a la vez, ayunas de crítica y valor,  sobradas de excusas irrisorias y pueriles que producen sonrojo a mentes con una mínima capacidad de razonamiento, inmunes a la toxicidad y complicidad bien pagada de muchos mass media y gacetilleros empeñados en elevar la inanidad del marqués Del Bosque a un pedestal de adoración.

Nos exhorta el seleccionador salmantino que él es muy humilde pero que nunca ha tenido dudas en seguir en el cargo. Hay que comprenderlo aunque a la inmensa mayoría de los mortales nos sea difícil alcanzar ese grado de humildad tan excelso: Don Vicente carga sobre sus hombros la inmensa y penosa tarea de continuar como seleccionador español para así evitar al resto de los españoles una tarea tan ardua, dura y sacrificada. Es decir, se inmola por todos nosotros. La misericordia y compasión de Don Vicente es inigualable. Es nuestro Papa particular de España, superior en piedad y caridad al Papa Francisco, una sombra tenue a su lado.

Además, Don Vicente, el Papa español, sigue porque han pesado más siete años que dos malos partidos, según dijo él. Criterio que alteró cuando del Real Madrid se ha tratado porque siempre ha pesado más la no renovación de Florentino que sus muchísimos años en el club blanco. ¿Pero quién somos nosotros para discutir los caminos inescrutables que Don Vicente toma? Su altura de miras está muy por encima de todos nosotros, pobrecillas alimañas, que no alcanzamos a discernir.

También nos comenta Don Vicente, el Papa español, que él no es exaltado porque los exaltados no toman decisiones justas. Es decir, que como Don Vicente no es exaltado siempre sus decisiones son justas, imparciales, honradas, y ecuánimes. Tanta demostración de modestia y llaneza es inabarcable para cualquier ser que habite el planeta terrestre. Creo que no merezco ni vivir al lado de una figura tan pía y grandiosa como nuestro Papa Vicente.

Porque lo del mundial de Brasil no es un fracaso, sino un resbalón circunstancial; no es una hecatombe, sino un cúmulo de mala suerte, una piedra inoportuna en su camino imparable hacia la santidad. Por eso reprende a los que osan criticarle, a los que le llevan la contraria. No es lícito ni ético vituperar y reprobar la labor de nuestro sabio Papa Vicente, que siempre vela y se desvela por todos nosotros y nos da consejos sobre lo que está bien y lo que está mal.

El no acudir al adiós a Di Stéfano no es importante porque aunque parezca que estuvo ausente no es así. El Papa Vicente es una entidad espiritual de carácter excelso muy cercana a la divinidad y estuvo presente siempre en la capilla ardiente y en el funeral, algo que los demás seres humanos, tan llenos de pecados y defectos, no pudimos percibir. Él tiene el don de la ubicuidad.

El desplante a Florentino Pérez, pasando de largo sin mirar ni saludar (todo porque el presidente blanco no le renovó, aunque meses antes el marqués rechazó una oferta de renovación al alza), en la entrega de trofeos en la Final de la Supercopa de Europa, es supuestamente un acto de arrogancia por parte de Del Bosque, pero la naturaleza angélica de nuestro Papa español Vicente desmiente todo mal pensamiento hacia él. Tengamos en cuenta que todo lo que nosotros, ignorantes y pecadores mortales, vemos como insolencia, rencor, inquina, resentimiento, odio, animadversión, fobia, hipocresía o doblez, en el marqués Del Bosque se transforma en humildad, sencillez, campechanía, bonhomía, franqueza, inocencia, sencillez y, sobre todo, sabiduría. Por eso nos aconseja y dicta lecciones, como buen pastor a sus descarriadas ovejas.


La farsa y la simulación lo lleva practicando Del Bosque durante tanto tiempo que tiene el disfraz adherido a la piel y ya no distingue cuándo actúa y cuándo no, creyéndose a pies juntillas el personaje que ha creado, no discerniendo la realidad. Le pasa como a  alguno de los antiguos actores de Hollywood, Bela Lugosi y Johnny Weissmuller, que interpretaron tanto los papeles de Drácula y Tarzán (respectivamente), que acabaron creyéndose que eran ellos, suplantándoles. El filósofo, teólogo, sociólogo, tratadista y político español Jaime Balmes, dijo: “El hombre emplea la hipocresía para engañarse a sí mismo, acaso más que para engañar a los otros”.  Del Bosque definido a la perfección. Un día de estos, nuestro Papa Vicente nos hará el grito de Tarzán. Perdón, nos dará a todos el Urbi et Orbi. Arrodillémonos todos.


José Quijada Rubira.